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Shigatse y vuelta a Lhasa y el Potala

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Desde el gran monasterio de Tashilhunpo se puede retratar de esta forma a la ciudad de Shigatse. Junto con la fortaleza de la foto, que recuerda sin duda al Palacio de Potala, el Monasterio es el principal atractivo de la ciudad. Aún habiendo visto ya maravillas como Lhasa o Gyantse, la verdad es que Shigatse no nos decepcionó para nada. La impresionante Kora que se tarda casi una hora en recorrer no puede dejar a nadie indiferente, todo está lleno de símbolos, las banderas con rezos, los penitentes que hacen el recorrido de rodillas, las pequeñas chimeneas quemando plantas aromáticas, las placas con palabras grabadas en tibetano, los techos de las casas llenos de extraños caracteres, los animales, en fin todo un espectáculo.

Llegamos ya por la tarde después de desandar el camino desde el CBE, pasando por Lhatse y Shegar . Tuvimos momentos de tensión a la vuelta ya que la tormenta que había empezado cuando estábamos en el Everest decidió perseguirnos. Cuando estábamos cruzando el puerto de 5000m que recorrimos un día antes, la carretera estaba totalmente congelada y casi nos tuvimos que parar a mitad de camino.

La parada para la comida no la hicimos en un lugar grande sino en una pequeña aldea que contaba con un restaurantito enano. Le dijimos al conductor que nos íbamos a dar una vuelta y no le gustó la idea, pero obviamente nos dio igual y decidimos dar un paseo. De nuevo, las condiciones en las que vive esa gente son extremas y eso pasa factura hasta a los más pequeños. Dos niños nos fueron siguiendo en nuestro camino, tenían mucha curiosidad pero, en fin, no les pudimos decir nada…y en cuanto les mirábamos huían riéndose. Después de un rato montamos en el coche y en un par de horas, ya de tarde, nos plantamos en Shigatse .

Íbamos a pasar la noche allí, pero para esta vez cambiamos de hotel. Nos fuimos a uno sin agua caliente por no volver a ver al pájaro del Hotel Tenzin. Por la noche cenamos en un restaurante sichuanés cuyo propietario era simpatía pura, nos puso un par de platos picantes que estaban deliciosos. En medio de la cena aparecieron unos tibetanos para pedirnos dinero y el dueño les echó a escobazos perjurando que eran unos vagos y unos incivilizados…no es un pensamiento poco generalizado entre los emigrantes Han.

Al día siguiente por la mañana nos dedicamos a pasear por el Monasterio de Tashilhunpo , sin entrar ya que la entrada era bastante cara y teníamos tiempo justo para hacer la Kora. La Kora transcurre por la parte baja de la ciudad hasta que se empieza a subir una colina por encima del monasterio desde las que hay unas vistas preciosas de la ciudad. Acabamos bastante cansados del recorrido, entre el mes de viajes y esta última excursión por las alturas estábamos bastante rotos. Nos despedimos de nuestro amigo de Taiwán, cogimos el coche y volvimos a Lhasa .

Podíamos habernos quedado más tiempo en el Tíbet, hay infinitas cosas que hacer, pero en nuestro planning sólo quedaba una cosa pendiente, hacernos la foto con el Palacio de Potala y un billete de 50 yuanes. La tradición de hacernos fotos en los lugares retratados en los diferentes billetes nació mucho tiempo antes y no pudimos irnos de allí sin la última.

Al día siguiente por la mañana cogeríamos un avión a Chengdu en la que haríamos un transbordo a Shanghai para, en tren, volver a Hangzhou. Sin duda el viaje más impresionante que he hecho en avión fueron tanto la ida como la vuelta a Lhasa desde Chengdu. El mar de nubes me encanta, pero cuando ese mar de nubes se ve roto por la irrupción de un pico nevado que parece estar besando el suelo del avión, la visión es simplemente lo mejor. Me encantó. Estas fotos son de la vuelta, a la ida el mar de nubes era completamente homogéneo, una pena que no tuviera la cámara a mano.


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